¿Por qué siempre me siento incompleto?
La necesidad de aprobación: Segundos faltaban para comenzar a tocar. Estaba a la derecha de la cantante parado, con mi guitarra colgando, sobre un escenario enfrente de alrededor de 50 personas. Era una de las primeras veces que tocaba en vivo. Habíamos ensayado mucho el set-list, pero este tema en particular era muy especial para mí ya que comenzaba con una intro de guitarra.
Se trataba de una Bossa-Nova, donde la ejecución de la guitarra debe ser muy precisa para que se entienda el ritmo de la canción. Cuando es el momento, coloco mis manos en posición y justo en ese instante, un centenar de pensamientos negativos me invadieron:
“Lo vas a tocar mal”, “No te va a salir”, “lo vas a tocar muy rápido”, “no se va a entender”, “sabes que en el público hay muchos guitarristas mejores que vos no?”, “¿Estudiaste lo suficiente?”, “para que tocas?”, “¿qué van a pensar de mí?”…..
Sin dudas, de toda la lista, la más peligrosa, frustrante, inhibidora y condenatoria fue la última. En ese mismo instante, todo el público se transformó en miles de guitarristas expertos en bossa nova que iban a estar juzgándome con sus miradas, esperando el error para decir, “viste, yo sabía que te iba a salir mal”. Está claro ahora, que esos personajes fueron creados por mi cabeza, pero fueron tan reales como para empezar a tocar y cumplir mi “auto-profecía”. Nomás tocada la primera nota, mi mano derecha se transformó en una garra indominable y el ritmo que debería ser algo parejo y constante se transformó en una sucesión de notas aleatorias donde nada tenía coherencia. Empecé a transpirar y el baterista, dándose cuenta de mi altercado, comenzó a acompañarme acentuando el ritmo de forma exagerada, para tratar de volver al ruedo. La cantante de ese momento termino de sentenciarme cuando con el micrófono abierto, dijo “¿Ya arrancamos? ¡Pensé que estabas afinando!”.
Terminado el tema, baje del escenario totalmente abatido y frustrado. Miles de pensamientos destructivos me atacaban y condenaban el deseo de ser un mejor guitarrista. Yo no lo sabía, pero en ese momento, estaba reforzando una de las conductas más auto-destructivas que puede tener el ser humano “el qué dirán”.
En perspectiva, y muchos años después, esa experiencia me enseño más que las miles de horas de estudio sentado en mi habitación. Muchas de ellas las voy a ir desarrollando a lo largo de futuros posteos pero la que quiero desarrollar es la que en particular me llevo más tiempo (y sigo trabajando) de asimilar que es: “el miedo al qué dirán.”
La necesidad de aprobación de los demás equivale a decir: “Lo que tú piensas de mi es más importante que la opinión que tengo de mí mismo”. Era cierto que realmente había estudiado mucho para ese show, y que lo que hizo que no saliera como me hubiera imaginado fue simplemente poner una versión o imagen del otro (Irreal, gigante, castigador, exigente, desmoralizador) adelante de la propia confianza o estima que tenía para conmigo.
Desarrollar la confianza personal, y soltar la opinión del otro, sea cual fuere el resultado, te libera del castigo personal de la auto exigencia. Liberada toda presión, surgirá la siguiente pregunta: ¿Pero entonces, como me supero? Es cierto que la construcción de alguien mejor que uno mismo en una cierta habilidad (ídolos, modelos a seguir, etc.) nos invitan a mejorar día a día, pero cuando esta imagen se posa por encima de nosotros para castigarnos en cada pequeño y NORMAL error de la vida de un músico (no olvidemos que somos seres humanos, y aprendemos haciendo, no imaginando), nos dinamita las ganas de progresar porque el “ideal” se encuentra demasiado lejos o simplemente es inalcanzable.
Jhon frusciante, ex guitarrista de los Red Hot Chilli Peppers, en una entrevista por televisión sentenciaba, “Tenés que amigarte del error, es la única forma de superarlo” (y estamos hablando de un guitarrista, que toca delante de más de 50000 personas no menos de 3 veces por mes). Y nunca mejor descripto, ya que si somos conscientes de que si hicimos lo correcto y pusimos el mejor esfuerzo en el estudio y en la performance, el error es una parte más del todo, y una pequeña fracción a mejorar, pero no lo es TODO.
Si juzgamos solo nuestra performance por el error, destruimos todo lo que hicimos fuera de ella (ensayar, estudiar, practicar, investigar, etc.). Dejar que el foco de nuestra propia apreciación se base solo en si cometo o no errores, drena nuestra energía y nos condena a la frustración constante.
Por último, poner el foco de atención en no cometer errores, evita que puedas encontrarte con objetivos más importantes como son la expresión o el sentimiento y además, aísla tu conexión con el momento presente, y por consiguiente, con tu capacidad para disfrutarlo.
Podemos entonces pensar que si dejamos que la opinión de los demás sea más importante para uno mismo que la propia, y si no logramos luego la aprobación, tendremos toda la razón del mundo para sentirnos deprimidos, culpables e indignos, puesto que ellos son más importantes que uno mismo. He aquí una de las excusas más grandes para no hacernos cargo de nuestra propia existencia y responsabilidad.
Un buen ejercicio para dejar de pensar en el que dirán consiste en ponerte en contacto más tiempo con vos mismo y usando tu propia imagen positiva como consejera. Aceptar el error para corregir, no para castigar y asumir la responsabilidad que conlleva todo crecimiento. En la aceptación está la clave para liberarnos del castigo, aceptando la situación tal cual es y trabajando para cambiarla, no luchando con lo que nosotros pensamos que “debería ser”.
En los músicos, esto lo vemos acrecentado por la constante exposición y extenuante carrera hacia el “éxito”, cualquiera fuere, donde nos olvidamos de que todos somos, antes que músicos, seres humanos, y que cada uno corre su propia carrera, siendo ninguna comparable o medible con la del que está al lado tuyo.
En mi opinión personal, una de las cosas que más me ayudó/ayuda a liberarme de estos pensamientos es el HACER. Vencer la cabeza y hacerlo igual, salga como salga, porque a fin de cuentas, la carrera es contra vos mismo, y cada uno está librando su propia batalla interior. Cuando logro vencerme y hacerlo, me siento mejor, refuerzo mi propia estima y estoy preparado para volver a la carga.
“Si te tomas el día de hoy para crecer y mejorar al menos un 1%, habrás conseguido mucho más, que lo que resulta de todo el castigo mental que te atormento toda tu vida.”
Un abrazo para todos los que siguen luchando,
Hasta la próxima,
Pablo Schaab.